sábado, 3 de septiembre de 2011

LO SIENTO, SOY UN INÚTIL


          Nos cuenta Tucidides, en los discursos de Pericles, que los atenienses se diferenciaban  de “otros” estados (en relación a los espartanos, pueblo “no democrático” a la manera de Atenas) en el hecho de considerar inútiles a quienes no tomaban partido en los asuntos públicos.
            Pues mire usted por donde los dos grandes partidos han llegado al “consenso” definitivo para poder reformar la constitución sin la “opinión” de la mayoría de los españoles y al mismo tiempo, como nos cuenta Pericles, considerarnos inútiles, al no poder tomar partido en un asunto tan público.
            Desde que me considero inútil (democrático) se me ha quitado un peso de encima: la carga pesada de la duda.
            Ya, por ejemplo,  no tengo que preocuparme y hacerme preguntas, tales  como: por qué el PP y el PSOE no quieren que los españoles opinemos sobre la reforma constitucional. O, cómo es posible que los que ayer eran los máximos defensores de las teorías de John Maynard Keynes, sí, esas que dicen que para salir de crisis y recesiones es necesario una fuerte inversión pública para, entre otras, éstas no la sufran las capas menos favorecidas de la sociedad,  ahora estén en paradero desconocido o peor, se hayan caído del caballo como el Saulo bíblico, y estén abrazando, como borrachos, el palo de la luz del neoliberalismo más “Chicagiano”, aunque, eso sí, con la lanas de  borregos pintadas de puños y rosas, que con tamañas curdas hace frío fuera del pesebre,  y, además,  estén por los periódicos de derechas y de medio pelo, haciendo declaraciones defendiendo “la inutilidad del déficit”.
            Qué carga tan liviana lleva un “inútil” democrático que solo tiene que pensar en las tanganas entre el Real Madrid y el Barsa, o la próxima tarde redonda de José Tomás.
            Para qué devanarse los sesos (y el sexo) pensando qué lo importante en política económica no es el déficit, sino  su relación con la riqueza del país, es decir con tu PIB (Producto Interior Bruto, como la brocha).
             Deber no es una tragedia si tienes con qué pagar. Gastar, es bueno o malo, dependiendo en el destino de tu dinero: no es lo mismo “despilfarrar” en aeropuertos vacios, parques temáticos, circuitos de velocidad, que construir universidades, mejorar la sanidad de tu región, o construir y cuidar a tus “dependientes”.
             Mejorar la calidad de vida en todos los niveles: educación, sanidad, servicios sociales, hace que produzcamos más y mejor; que tengamos más ingresos; que paguemos más impuestos y por lo tanto que el estado tenga más ingresos.
                Para qué cavilar ya y recordar cuando en tu casa, hace años, y para mejorar la calidad de vida de nuestras familias, tu padre se pasaban  horas firmando letras para comprar un lavadora, un frigo, o un piso, si los ingresos lo permitían. Para eso debían servir las deudas: mejor la calidad de vida de tus seres queridos, pensaban en tu familia. ¡Qué equivocados estaban! dirían Rajoy y Zapatero ahora.
            Para qué inquietarse ya, por ejemplo,por nuestro sistema educativo. Antes de ser "inútiles" democráticos nos preocupaba la calidad de nuestra educación; ahora nos alarma si un profesor corrige los exámenes en el wáter de su casa o del instituto.
                        Ya no tengo que preocuparme por nada de esto, ni de conocer quiénes son los responsables de esta crisis, ni de saber quiénes nos han gobernado durante los últimos treinta años, que algo tendrán que ver en todo esto que está pasando, digo yo.
            Ahora, como nuevo "inútil" democrático, el día 20 de Noviembre votaré por programas  y partidos que me han condenado a mi nueva naturaleza y, mientras tanto, como dice la canción: tú tranquilo majete en tú sillón.
LA BROCHA NEWS