jueves, 3 de marzo de 2011

DE CONFUDIR BROMAS CON SUEÑOS O COMO ENCUMBRAR A UN PAYASO.


Días pasados, y ante auditorios diferentes, Cayo Lara ha lanzado, en un ejercicio de imaginación, una propuesta que podríamos calificar de sorprendente: la nacionalización de la banca.
            El juego imaginativo que nos propone Cayo es el siguiente: al Sr. Botín, que realiza expedientes de desahucios a los propietarios de viviendas que no pueden hacer frente a sus obligaciones hipotecarias, se le invita a poner alquileres, más o menos baratos, hasta que puedan hacer frente a sus obligaciones.
            Según Cayo, Botín respondería que no, que el banco perdería dinero. Entonces, el coordinador de IU, a la sazón presidente del gobierno, le respondería, como ya ha hecho Hugo Chávez, te puedo expropiar.
            “¿Es una utopía?” se pregunta Cayo. Y se responde: “No es una utopía, podría pasar”. A continuación sentencia: “eso es poner la riqueza nacional al servicio de los intereses generales de la gente”.
            Como ejercicio mental no está mal, pero como propuesta política hay que decirle al Sr. Lara que los expedientes de desahucio y su ejecución se realizan en virtud de sentencias judiciales, y que por lo tanto, son las leyes las que habría que cambiar.
            Al Sr. Botín, no hay que invitarlo a poner alquileres baratos a las viviendas de las personas que dejen de pagar una hipoteca sino que, cumpla con leyes que se lleven y aprueben en el parlamento, con la mayoría necesaria, (con lo que habrá que convencer primero a los ciudadanos, a pesar de la nefasta ley electoral), para llevar a efecto estas propuestas.
Para reclamar una banca pública, para proponer leyes que no penalicen, aún más, a los ciudadanos sin trabajo y con menos recursos etc, hace falta políticos que no tengan a su alrededor fanáticos que le rían las ocurrencias.
            La izquierda necesita rigor, propuestas y menos demagogia, y, desde luego, no precisa de caudillos estrafalarios que dictan leyes extraordinarias, como Hugo Chávez.
LA BROCHA NEWS

3 comentarios:

  1. ¿Quién es el payaso? ¿Botín, Chaves o Cayo Lara? ¿Es una payasada plantear la posibilidad de nacionalizar la banca? No entiendo bien.

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  2. ¿Por qué no abolir la propiedad privada? Las democracias se diferencian de otras formas de gobierno en la separación de poderes: legislativo, judicial y ejecutivo y el sometimiento al imperio de la ley. ¿No es más riguroso plantear leyes para que los bancos no puedan desahuciar en ciertas circustancias, o plantear normas para evitar burbujas inmobiliarias, y luego no tener que actuar como gobiernos paternalistas? Seguridad jurídica. Cuando ésta no existe los primeros que la reclamamos somos los ciudadanos (libres). Gobernar a golpe de decreto (Chaves) no es lo más higienico. ¿O sí? Tal vez estoy equivocado. No se

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  3. Chozas, artículo genial. Muy bien explicado. Efectivamante en democracia los formalismos legales, muchas veces despreciados por formaciones salidas de los movimientos revolucionarios históricos, son importantes, es más, son esenciales en el debate público y la construcción de mayorías. Otro asunto es que como algunas de las cosas que queremos conseguir para el bien de la mayoría cuando esa mayoría difícilmente estaría con nosotros para sacar adelante nuestros proyectos, pensamos que es revolucionario y positivo conseguirlo desde la imposición gubernamental, sin considerar además que no tenemos capacidad guberanamental y difícilmente la vamos a tener.
    También sería importante pensar sobre el concepto de expropiación. Un porcentaje altísimo de la población de España identifica el concepto con que el Estado tiene la potestad para quitarme lo mío y nunca como que ese mismo Estado me puede ayudar a tener lo mío o ser útil al bien colectivo: así que debiéramos comenzar por explicar lo que podría significar la expropiación y luego avanzar en convencer a los ciudadanos para apoyar medidas estatales que fueran útiles en el sentido de proyectos como el rechazado hace unos días sobre la ley hipotecaria o incluso la propuesta de Cayo, que tiene sin duda su interés.

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